¿Nacemos pecadores? Una mirada bíblica
- Erick Ramírez
- 20 sept
- 5 Min. de lectura

Introducción
Una creencia muy difundida en la teología cristiana es que todos los seres humanos nacen pecadores, ya sea por naturaleza o por herencia de Adán. Sin embargo, la Biblia ofrece una única definición del pecado:
«Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.» (1 Juan 3:4)
Si el pecado es transgresión de la ley, entonces se trata de una decisión, no de un estado con el que nacemos. Por tanto, los bebés, incapaces de decidir transgredir la ley, no pueden pecar ni nacer pecadores.
1. Refutando la postura católica: separación de Dios desde el nacimiento
El catolicismo enseña que los humanos nacen separados de Dios por el pecado original. Pero la Escritura muestra otra realidad:
«Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.» (2 Cor. 5:19)
Si Dios nos reconcilió al mundo por Cristo, los bebés no pueden nacer separados de Él, pues la reconciliación es universal. La separación no es hereditaria; es resultado de la desobediencia (Isaías 59:2).
2. Refutando la postura evangélica: el pecado como inherente a la naturaleza humana
Los evangélicos sostienen que desde el nacimiento todos somos pecadores por naturaleza y que, dado que seremos transformados hasta la segunda venida de Jesús a la tierra, dejaremos de ser pecadores hasta entonces. Sin embargo, la Biblia muestra que los pecadores no podrán recibir a Jesús (Isaías 33:14-16) y que el pecado no mora en nosotros por defecto, sino que se nos ofrece y debemos permitirlo:
Dios le dice al primer descendiente de Adán que el pecado está «a la puerta» de su corazón (Génesis 4:7), igual que Cristo llama a morar en nosotros (Apocalipsis 3:20). La decisión de dejar que Cristo viva en nosotros o que el pecado more en nosotros es personal y consciente.
En Romanos 7, Pablo habla desde la perspectiva de un hombre inconverso: desea obedecer la ley, pero no puede porque no ha nacido de nuevo. El pecado mora en él porque él lo ha permitido, no porque sea inherente a su naturaleza.
En Romanos 8, el creyente que permite a Cristo morar en él ya no tiene el pecado morando en su interior. Es una cuestión de elección: no podemos ser simultáneamente justos y pecadores.
Y Gálatas 2:17 no apoya esa idea (de que podemos ser justos y pecadores al mismo tiempo) porque el verbo δικαιωθῆναι (ser justificados) y εὑρέθημεν (fuimos hallados) están en tiempo pasado (aoristo). «Si buscando ser justificados fuimos hallados pecadores.» Si Pablo estuviera queriendo decir que después de haber sido justificados, aún seguimos siendo pecadores, los verbos no estuvieran en tiempo pasado sino en tiempo presente.
2. Refutando textos bíblicos que supuestamente enseñan que nacemos pecadores
Salmo 51:5
Algunos usan Salmo 51:5 para afirmar que los humanos nacemos pecadores:
«He aquí, en maldad fui formado, y en pecado me concibió mi madre.»
Sin embargo, este texto no habla del nacimiento, sino de la concepción. Tampoco dice que David nació pecador, porque no utiliza el adjetivo «pecador», sino el sustantivo «pecado» (kjet) y «maldad» (avon). Además, la maldad no se hereda genéticamente (Ezequiel 18:20), y el pecado implica responsabilidad individual (Deuteronomio 24:16). Por tanto, David se refiere a que fue concebido en un ambiente de maldad y pecado, es decir, maldad y pecado externos a él, no internos. Si David hubiera nacido pecador, entonces Jesús también habría nacido pecador, porque era «del linaje de David según la carne» (Romanos 1:3). Cristo tomó sobre su naturaleza sin pecado nuestra naturaleza pecaminosa (Romanos 8:3). Nuestra natureleza tiende a pecar, pero que no es pecado en sí misma, sino que contiene los deseos de la carne o concupiscencia. Solo pecamos cuando cedemos a esos deseos; cuando la concupisencia es concebida (Santiago 2:14-15). Antes de ceder, no hay pecado. Por eso Jesús pudo vestirse de la humanidad y ser «tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.» (Hebreos 4:15).
Romanos 3:23
Este texto dice: «por cuanto todos pecaron»
No indica que el pecado sea heredado genéticamente ni que carezcamos de responsabilidad personal. El verbo «pecaron» está en voz activa, lo que implica que cada persona peca por su propia decisión, no por transmisión de Adán.
Romanos 5:12
«Por cuanto todos pecaron»
El texto no afirma que todos los hombres nazcan pecadores. No se usa el adjetivo «pecadores» sino de nuevo, el verbo activo «pecaron», que implica responsabilidad individual. Lo que pasó a todos fue la muerte, no el pecado automático. La muerte pasó a todos porque todos pecaron por su propia decisión, no porque Adán pecó y transfirió el pecado genético.
Romanos 5:18
«Así como por medio de una transgresión vino la culpa a todos los hombres para condenación, así también, por medio de un acto de justicia, vino la gracia a todos los hombres para justificación de vida.»
Este pasaje no enseña que nazcamos pecadores condenados. Porque aunque por la transgresión de uno (Adán) vino la condenación a todos los hombres, así también por la justicia de uno (Jesucristo) vino a todos los hombres la justificación de vida.
Y Cristo es el cordero inmolado desde la fundación del mundo (Apocalipsis 13:14). Si Cristo quitó el castigo de Adán, ¿qué pecado podría transmitirle Adán a sus descendientes? Estamos vivos gracias a que Cristo ha justificado a todos los hombres legalmente. Todos han recibido justificación de vida temporalmente. La raza humana ha recibido una segunda oportunidad. Pero si alguien la desaprovecha, el castigo que Cristo había tomado en su lugar recaerá sobre él (Judas 1:5).
Romanos 5:19
«Por la desobediencia de Adán, muchos fueron constituidos pecadores»
El texto no dice que por la desobediencia todos fueron constituidos pecadores porque no se usa «todos» (pantes), sino muchos (polloi), un término más restringido. Se refiere a los que decidieron pecar, no a todos los humanos automáticamente. Nuevamente, la Biblia enseña que el pecado requiere decisión consciente, no es algo con lo que nacemos.
Conclusión
La Biblia nunca enseña que nacemos pecadores por herencia genética. Al contrario, cada texto usado para apoyar esa idea, al ser examinado cuidadosamente en su gramática y contexto, muestra que el pecado es una decisión personal y consciente. El ser humano hereda una carne débil, inclinada al mal, pero no una culpa automática. Como enseña la Escritura: «El alma que pecare, esa morirá» (Ezequiel 18:20). Si naciéramos pecadores, entonces Cristo —que nació del linaje de David según la carne— también habría nacido pecador. Sin embargo, Él vivió sin pecado, demostrando que en Su poder, se puede vivir sin pecado en carne pecaminosa. Por lo tanto, la doctrina del «pecado original» católica o evangélica, contradice la justicia y el carácter de Dios, pues haría a los hombres culpables sin haber elegido. La verdad bíblica es que todos hemos pecado porque elegimos pecar, y todos podemos ser justificados por la fe porque Cristo eligió obedecer.
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