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¿Apoya el Nuevo Testamento la santidad del domingo?

Actualizado: 2 jul


Refutación de los 6 textos más citados en favor del cambio del día de reposo


Muchos cristianos han llegado a creer que el día de reposo fue trasladado del sábado al domingo en honor a la resurrección de Cristo. Esta creencia suele apoyarse en una serie de textos del Nuevo Testamento que supuestamente evidencian reuniones cristianas o manifestaciones divinas en el primer día de la semana. Pero ¿realmente enseñan estos textos que el domingo ha sustituido al sábado como día santo? En este artículo, analizamos cuidadosamente los seis pasajes más usados para defender la santificación del domingo, examinando su contexto, idioma original y la lógica del argumento. Descubriremos que ninguno de ellos sostiene el cambio del día de reposo instituido por Dios.



1. Juan 20:19


«Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.»


Argumento: Los discípulos estaban reunidos el primer día de la semana celebrando la resurrección de Jesús.


Refutación: Este pasaje dice que los discípulos estaban reunidos «estando las puertas cerradas» porque tenían «miedo de los judíos». Es decir, no era una reunión pública ni de adoración, sino una reunión privada por temor. Además, si efectivamente estuvieran celebrando la resurrección, Jesús no los habría reprendido por su incredulidad en cuanto a su resurrección, como sí lo hizo (Marcos 16:9-14). Pero un defecto aún más serio en el argumento que nos ocupa reside en que este encuentro de Jesús con sus discípulos no parece haber tenido lugar el primer día de la semana. Ocurrió «cuando llegó la noche» del primer día, lo cual ya marca el inicio del segundo día, según el cómputo bíblico de «tarde a tarde». La expresión «cuando llegó la noche de aquel mismo día» tiene un paralelo con Levítico 23:32 («el día nueve del mes en la tarde»), que marca el comienzo del décimo día cuando se celebrara el día de expiación. Por tanto, este texto no sirve como prueba de una reunión dominical sagrada.


2. Juan 20:26


«Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.»


Argumento: esta segunda aparición de Jesús en el primer día, ilustra sólidamente su respeto hacia dicho día.


Refutación: Este argumento es aún más débil y sobremanera objetable por cuanto el siguiente encuentro de Cristo con ellos fue en un contexto de pesca (Juan 21), y su última y más importante manifestación, cuando ascendió al cielo (Hechos 1:3) ocurrió 40 días después, en jueves. Si la sola aparición de Jesús bastara para santificar un día, entonces habría que considerar como santos varios días laborables. Por tanto, reunirse con sus discípulos no prueba que uno u otro día sea sagrado. No hay ningún mandamiento de Jesús ni implicación de cambio del sábado al domingo en este texto.



3. Hechos 2:1-2


«Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados»


Argumento: El Espíritu Santo fue derramado el primer día de la semana en honor a ese día según Levítico 23:15-16.


Refutación: Desde la ascensión de Jesús hasta el día del derramamiento del Espíritu Santo, los discípulos habían continuado en oración y súplica, así que su reunión en ese día no era nada diferente en la práctica de lo que venían haciendo en los últimos diez o más días (Luc. 24: 49-53; Hech. 1). Además, si el autor sagrado hubiese querido resaltar la importancia de un día en particular, lo habría mencionado claramente. A tal punto estaba lejos Lucas de nombrar el día de la semana, que incluso cuál era este es objeto de disputa, pues aun destacados autores partidarios del primer día afirman que Pentecostés cayó ese año en el séptimo día¹. Pentecostés no tenía un día fijo. Según Levítico 23, se contaban 50 días desde el 16 de Nisán, «el día siguiente del reposo», que no era el sábado semanal sino el 15 de Nisán, un reposo ceremonial. Como el calendario hebreo es lunar, el 16 podía caer en cualquier día de la semana, y el día 50 también. Por tanto, no se puede afirmar que el Espíritu Santo fue derramado en un domingo ni mucho menos que eso indique santidad del día.



4. Hechos 20:7


Hch 20:7: El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche.


Argumento: Este testimonio muestra que el primer día de la semana fue destinado por la iglesia apostólica a reuniones para partir el pan en honor de la resurrección de Cristo en ese día, de lo cual es razonable concluir que dicho día se había convertido en el día de reposo cristiano.


Refutación:


  1. Es el único ejemplo en el Nuevo Testamento de una reunión religiosa en el primer día.

  2. Partir el pan no conmemora la resurrección, sino la muerte de Cristo (1 Cor. 11:23-26).

  3. Jesús instituyó esta ceremonia un jueves por la noche, y la iglesia primitiva la practicaba a diario (Hechos 2:42-46).

  4. No hay evidencia de que Cristo designara un día específico para este rito.

  5. Esta reunión ocurrió por la inminente partida de Pablo.

  6. Ocurrió de noche, ya que había muchas lámparas encendidas y Pablo predicó hasta la medianoche.

  7. Por tanto, fue un sábado por la noche, pues el primer día comienza al anochecer del sábado.

  8. Pablo predicó hasta la medianoche, sanó a un joven que cayó, y luego partieron el pan.

  9. Al amanecer del domingo, Pablo reanudó su viaje, lo cual no haría si el día fuera considerado santo.

  10. Lucas, al escribir décadas después, simplemente lo llama «primer día de la semana», sin ningún título especial, mientras que al sábado lo llama «conforme al mandamiento» (Lucas 23:56).



5. 1 Corintios 16:1-2


«Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo…»


Argumento: Pablo ordenó una colecta pública en domingo, indicando culto regular ese día.

Refutación: Los defensores del cambio del día de reposo deducen que habían reuniones públicas para el culto divino en el primer día de la semana en Corinto y Galacia por las palabras de Pablo: «cada primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte algo». Pero, ¿qué indican, realmente, estas palabras? Solo una respuesta es posible: indican justo lo contrario de una colecta pública. Cada uno debía poner aparte cada primer día de la semana conforme hubiera sido prosperado por Dios para que cuando Pablo llegase pudiera tener listas sus ofrendas. El término griego original implica «en su casa». Esta traducción es confirmada por la Vulgata, Lutero, Diodati, Scio, y otros traductores antiguos. El misionero presbiteriano J.W. Morton afirmó que pensar en una colecta pública aquí es erróneo ². Además, esta orden fue dada casi 30 años después de la resurrección, y Pablo sigue llamando al día «primer día de la semana», sin ningún título de santidad. Es el único precepto relacionado con el primer día, y ni siquiera menciona adoración ni reposo.



6. Apocalipsis 1:10


«Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor…»


Argumento: la idea de que el día del Señor es domingo, es actualmente aceptada como verdadera de manera casi universal. El texto bajo examen es esgrimido con aire triunfal argumentando comprueba la santidad del primer día, y que prueba más allá de toda duda que este es sin duda el reposo cristiano.

Refutación:


  1. El texto no identifica cuál es ese «día del Señor».

  2. Juan escribió el Evangelio después del Apocalipsis, y allí menciona el primer día sin llamarlo «día del Señor». Esta es una prueba de lo más convincente de que Juan no consideraba dicho día como merecedor de un título que denotase santidad.

  3. La expresión griega en Apocalipsis 1:10, «ἐν τῇ κυριακῇ ἡμέρᾳ», significa literalmente «en el día perteneciente al Señor».

  4. En toda la Biblia, el único día que el Señor reclama como suyo es el sábado, el séptimo día de la semana (Éxodo 20:8-11; Isaías 58:13-14; Marcos 2:28).


Así que Juan reconoce expresamente la existencia del día del Señor casi al término del siglo primero. Y le agradó al Señor del sábado poner un sello de honor sobre su propio día al seleccionarlo como aquel en el que le dio esa revelación a Juan, la cual solo el propio Hijo había sido digno de recibir del Padre.


Un hábil adversario de la observancia sabática dice lo siguiente en relación con el término «día del Señor» de Apocalipsis 1:10: «Si se aludía a un día corriente, el único que lleva esta caracterización, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, es el séptimo día de la semana.» ³



Conclusión


Luego de analizar todos los textos comúnmente usados para defender la santidad del domingo, queda claro que ninguno de ellos enseña un cambio del día de reposo ordenado por Dios. Las referencias al primer día de la semana son esporádicas, circunstanciales y sin ningún mandamiento divino. En cambio, el sábado sigue siendo designado como el día «conforme al mandamiento» aun después de la resurrección (Lucas 23:56). Jesús mismo afirmó que el Hijo del Hombre es «Señor del sábado» (Marcos 2:28), y ni él ni sus apóstoles lo cambiaron. La santidad del sábado está arraigada en la creación, en la ley moral, en el ejemplo de Cristo y en la eternidad futura (Isaías 66:22-23). La Escritura no presenta ni una sola orden o insinuación de que el domingo haya reemplazado al séptimo día. Por tanto, la observancia del sábado sigue siendo el mandamiento divino vigente para quienes desean caminar conforme a la verdad revelada.


Curioso Adventista


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Referencias


¹ El Dr. Horatio B. Hacket, destacado erudito, escribió: «Se supone habitualmente que este Pentecostés, distinguido por el derramamiento del Espíritu, cayó en el sábado judío» (Commentary on the Original Text of the Acts, págs. 50-51).


² «Toda la cuestión gira en torno a la expresión "aparte"; y me maravilla que se pueda imaginar que significa "en la tesorería de la congregación". Greenfield, en su Lexicon, traduce el término griego como "consigo, es decir, en casa". Dos versiones latinas, la Vulgata y la de Castellio lo vierten "apud se", consigo; en casa. Tres traducciones francesas, las de Martin, Osterwald y De Sacy, usan chez soi", en su propia casa; en casa. La alemana de Lutero, "bei sich selbst", por sí mismo; en casa. La neerlandesa, "by hemselven", lo mismo que la alemana. La italiana de Diodati, " appresso di se", en su propia presencia; en casa. La españo la de Felipe Scio, "en su casa", en su propia casa. La portuguesa de Ferreira, “para isso", consigo. La sueca, "ner sig self", cerca de sí mismo».(Vindication of The Sabbath, pág. 51-52).


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